dimarts, 10 d’abril del 2012

To be or not to be


Tengo una duda pendiente de respuesta y estoy en un sinvivir. Resulta que vivo en un cottage con una decoración decididamente vintage, pero me intereso por las tendencias en moda y procuro estar al día en cuestiones de tecnología. Me gusta ayudar a Eva en las cosas de casa, faltaría más, especialmente en la cocina si se requieren mis servicios y no me importa pasarme las horas muertas arreglando el jardín. Soy buen dibujante pero no ejerzo. Nunca he encuadernado un libro –para eso tengo a Montserrat, que es una experta- ni me dedico al ganchillo ni al punto de cruz. Eso sí, me encanta reciclar trastos viejos y darles una nueva oportunidad, sea un objeto decorativo o un mueble. De hecho reciclo palets que rescato en las calles de cualquier polígono y algún que otro mueble que me he encontrado junto al container de la basura. Nunca me he puesto un traje de tweed ni me he dejado bigotazo o patillones eduardinos. Compro en Springfield o donde se tercie siempre que sea a precios razonables, en eso soy bastante mercenario. Vamos, que no me verán en Savile Row. No voto conservador porque no lo soy, aunque creo que la izquierda necesita una reformulación, refundación o redefinición. Me interesa la política pero no me gustan los políticos profesionales.  Creo en la libertad,  en la democracia y en Woody Allen. Me encanta tomarme un buen té con una nube de leche, acompañado de unos deliciosos scones de los que prepara mi esposa. Reconozco que me gusta estar en casa, aunque no soy especialmente hogareño. Es posible que a estas alturas de la película ya sea un clásico, pero no soy un fundamentalista. Me gusta la fotografía pero sólo lo que me interesa fotografiar. Por favor, no me pidas que me encargue de las fotos del cumpleaños del niño. Escucho embobado a Sinatra o a Engelbert Humperdinck pero también a Lady Gaga, Coldplay o a Pitbull, aunque creo que escuchar de forma regular una radio fórmula puede dañar seriamente la salud mental de las personas. Me apasiona y me interesa el sexo tanto o más que el cine. Cualquiera que me conozca un poco sabe que el cine es de las pocas cosas que me interesan realmente. Cuando con Eva nos ponemos en la cocina nos importa un bledo si la receta es victoriana, eduardina o de la tieta Mildred. Y si un viernes nos queremos dar un capricho tonto, nos escapamos a McDonald’s. Por último, ¿para qué demonios quiero yo un Chester, que no sabría dónde poner, si tengo un sofá de Ikea cojonudo?.
Añadiré, para terminar y no extenderme demasiado, que las historias de Harry Potter me parecen una memez insufrible. Lo siento, prefiero las tramas perversas de Patricia Highsmith.
La pregunta que me hago es: ¿soy un new traditional?. 
Esto me pasa por leer los suplementos dominicales de los periódicos.


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