Ni final ni feliz

Hubo un tiempo en que éramos tan inocentes que creíamos que DESAYUNO CON DIAMANTES era una comedia romántica con final feliz.

Ahora sabemos que aquel antológico final feliz de película, con dos pobres seres desvalidos besándose bajo la lluvia a los acordes del “Moon River” de Mancini no era ni feliz ni final. Ahora sabemos que aquello era el principio del fin de una relación imposible y sin ningún futuro.

¿Y tú me preguntas qué ha pasado, precisamente tú, entretenido en estas líneas?

La vida, simplemente la vida. La vida -ese caprichoso collage de tango, melodrama y película de los hermanos Marx- nos ha ido arrebatando concienzudamente y a tiras aquella piel que nos hacía tan felices y nos protegía de la realidad, esa verdad tan absoluta y tan tozuda como una mula.

Según los más elementales principios de la Física ya no podré volver a ver nunca más DESAYUNO CON DIAMANTES con la mirada limpia de entonces. Un fastidio, se mire como se mire. Aunque lo peor de todo es que cada vez que escucho “Moon River” siento que algo, muy pequeño pero muy hermoso, se me ha hecho trizas en el camino. Y eso jode.
Como dice Phil Towers: "Cualquier día de estos nos hacemos mayores".

LA TORNA

Eva se enfada conmigo porque no está de acuerdo en que Paul y Holly tengan tan mal acabar tras el THE END, pero no me hará cambiar de opinión. ¿Y qué futuro le espera a Kim Novak junto al buscavidas que interpreta William Holden en PICNIC de Joshua  Logan? Francamente, le veo más futuro a Tom Hanks y Meg Ryan en TIENES UN E-MAIL, aunque nunca se sabe.