Siempre hace buen tiempo

 Paquita nos enseña su “huerto urbano”. Sui generis, pero huerto urbano.

Hay personas que parecen entrar en tu vida sólo para hacértela más agradable. Se las identifica de inmediato. Transmiten buen rollo, sintonizas enseguida y cuando te las encuentras, aunque haga un año que no sabes de ellas, parece que fue ayer que pegabas la hebra en un café, en cualquier esquina o en un huerto, a la sombra de una parra.

Este pasado fin de semana queríamos escaparnos. El objetivo era hacer una visita a Albert y Paquita. Nos tenían preparada la selección de hierbas para elaborar la ratafía y no queríamos hacerles esperar. Dice el puñetero refrán que “de bien nacidos es ser agradecidos” y si lo dice el refrán…

A modo de resumen. Paquita y Albert, más Albert Jr. y su encantadora esposa Gelu, pertenecen a esa clase de personas de las que hablaba al principio. Con ellos todo es sencillo. Diré que seguramente Paquita descubrió el slow mood mucho antes de que un creativo de publicidad inglés o un coolhunter italiano, tanto da,  se inventaran el concepto y/o el término. Por cierto, que lo ejecuta con exquisita maestría. O mejor aún, con preciosismo de orfebre. Conozco pocas personas que disfruten de la vida como ella.

De regreso volvimos con el coche cargado, como casi siempre. Una bolsa de patatas, una maceta enorme con fonoll (el “hinojo” castellano), unos botellines de vidrio preciosos, el pack de hierbas para la ratafía… Pero lo mejor que nos trajimos fue lo bien que lo pasamos con ellos, lo corta que se nos hizo la estancia  y el saber que, más pronto que tarde, volveremos a visitarles. ¿Y a algo así, cómo se le pone precio?

Hicimos algunas fotos que queremos compartir con los amigos del Cottage.

Este gato no es el de Audrey Hepburn. Paquita tiene  varios gatos, varios perritos, un sinfín de pájaros y alguna que otra tortuga, además de un simpático marido llamado Albert que toca el acordeón.

Gallinas dejando pasar la tarde.

Paquita controlando sus botellones de ratafía.

Paquita impartiendo clase de Botánica popular. La flor de l’orenga (“orégano” en castellano)

El “Tonicator”, un artilugio high-tech de fabricación casera. Ideal para tener los botellines de tónica frescos en la nevera y sacarlos tal cual a la mesa, con el objetivo declarado de preparar estupendos gin-tonics a cualquier hora del día o de la noche.

¿Hay que dar explicaciones? Bueno, a los amantes de la botánica os diremos que es “la flor de las mariposas”. Al menos eso es lo que nos dijo Gelu.

En casa de Gelu y Albert. Las pocas lechugas que quedan de las 60 iniciales.