dimarts, 26 de febrer del 2013

Ahora tendré que beber solo


 Era poco amigo del teléfono.
Desde que le diagnosticaron la enfermedad me impuse la obligación de visitarle más a menudo. Sabía que cada adiós podía ser el último. Miraba de arreglar mi agenda para que los viernes por la tarde nada me impidiese pasar con él un par de horas. Ante la callada presencia de Julia, la persona que ha estado a su lado todo este tiempo, papá siempre me preguntaba por Eva, por el niño, por Guix, por mi trabajo. Necesitaba saber que las cosas me iban bien en este mundo enloquecido en que todo se jode de un día para otro. Gustaba de endulzar el momento con unas gotas de licor, poco, muy poco, porque el mal le había estragado el paladar y las ganas de vivir. Lo hacía por acompañarme en el trago. Me decía que la desesperación es la enfermedad de los bebedores solitarios. Siempre tan melodramático.

A lo largo de estos meses ha habido tiempo para todo. Tiempo para reír y para callar, para disfrutar algunas películas, comentar la actualidad, ver documentales de animales... También para llorar. Pero hubo sobre todo tiempo para el desahogo mutuo, para decirnos al oído cosas que no nos habíamos explicado antes, desde la confidencia más divertida hasta la declaración más dolorosa. Fue en estas charlas tranquilas que aprendimos a conocernos un poco mejor. Yo, por mi parte, descubrí qué poco sabía de papá. Y había tanto cariño por medio que llegamos al acuerdo tácito de esquivar la política en nuestras conversaciones. Papá, en política, se subía al monte con gran facilidad y no nos entendíamos.

Conforme la dolencia fue minando sus fuerzas se volvió si cabe más sensible, más melancólico. Yo lo he visto llorar como un crío al atragantársele la letra de "Melodía de arrabal", el viejo tango de Gardel y Le Pera. Demasiada carga emotiva para un hombre enfermo en su última estación. El pasado, su pasado, se había convertido en esa herida supurante que ya nunca cicatrizaría. Imposible atajar la pena al evocar los desmanes de la guerra y la miseria cruel de la posguerra. Sumemos a todo eso alguna traición familiar que lo dejó muy tocado de por vida. Y mucho trabajo, demasiadas renuncias, tantas responsabilidades... Me confesó en más de una ocasión que no había sido feliz. Como si, en cierta forma, la vida le hubiese escamoteado el derecho de réplica.

Para hacerle justicia debo decir que mantuvo su sentido del humor hasta el final. Papá era feliz el día en que los tres hermanos coincidíamos y hablábamos de nuestras cosas. Se enredaba en nuestras conversaciones y siempre echábamos unas risas. Sé que estaba muy orgulloso de nosotros.
Además del privilegio de haberle conocido y querido, tengo la responsabilidad de ser el guardián sentimental de algunas de sus pertenencias. Su viejo reloj de pulsera Cauny Prima detenido en las 12 horas y 28 minutos de hace una eternidad, su alianza de bodas, ese retrato de estudio en que parece un galán de cine de los años cuarenta...
Lo último que me regaló fue una sonrisa cuando ya se le había hecho imposible hablar.
Y al día siguiente nos dejó.

9 comentaris:

  1. quines paraules més emotives....ho sento molt!!!!

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  2. Segur que et costarà acostumar-te a beure sol, és una pèrdua molt important. Em sap greu.

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  3. Preciosa entrada, ante estos acontecimientos la verdad es que no hay palabras...lo siento mucho, un fuerte abrazo

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  4. Hola Andy,
    no nos conocemos pero hace tiempo que sigo vuestro blog. Hoy, tu historia me ha evocado los meses de enfermedad de mi madre y el camino que recorrimos juntas hasta el final. Duele pero es hermoso haber estado alli y aprovechar la oportunidad que te ha dado la vida para contar todo aquello que no habiais podido decir. Pasa algo curioso: cuando el dolor va desapareciendo descubres que hay una parte de el ya incrustada por siempre jamas en tu vida y que un aparte de el o de ella vive ya por siempre en ti. Un abrazo (porque al principio duele mucho decir adios) y agradece haber podido compartir este tiempo con el. Muchos ánimos

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  5. jolin, quin escrit tan maco!!! ho sento moltíssim, una pèrdua sempre fa mal! ànims! petons

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  6. Que emotivo post Andy!! En estos casos nunca sé que decir y lo poco que diga no sirve para cambiar la situación y que sigas teniendo a tu padre contigo... Pero en este momento sólo te puedo decir que te quedes con eso buenos momentos, con esas confidencias, con esas pertenencias.

    Mucho ánimo Andy y Eva y un beso muy grande,
    Sandra von Cake

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  7. Tus palabras son portadoras de sentimientos y emociones. Dicen que tener tiempo para despedirnos es un regalo, sobre todo para el que se queda con cosas pendientes de hacer y decir.
    Como decía Elisabeth Kübler Ross, "La gente no tiene miedo a morir, la gente tiene miedo a morir en una unidad de cuidados intensivos, alejados del alimento espiritual que da una mano amorosa, separados de la posibilidad de experimentar las cosas que hacen que la vida valga la pena"
    Un abrazo.
    Flori.

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  8. Aquesta entrada la tenia perduda... ho sento molt. Un petonet!

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