Hace unos días descubrimos divertidos que se nos había terminado el pan. Habíamos estado muy ocupados esa semana y eso había reventado todas nuestras previsiones. Así que optamos por un eficaz plan B: me calcé las botas, cogí el paraguas y me dirigí a la bakery más cercana.
Debo decir que de las tres panaderías que hay en Waterbridge la Banks es la que goza de todas nuestras simpatías y enseguida entenderéis el porqué. La fachada de la Banks Bakery, con su característico escaparate rotulado, parece escapada de una novela de Jane Austen y es una de esas estampas que imprime carácter y autenticidad a la Tremaine Square. De no ser por sus comercios -como la diminuta librería de William o la tiendecita de objetos de regalo de Mrs. Jones- la Tremaine sería sólo una pequeña y aburrida plaza con la estatua en bronce de un antiguo héroe de la 1ª Guerra Mundial incrustada en el césped. El viejo letrero en rojo inglés, negro y dorado anuncia en delicada caligrafía “English Bakery and Tea Room”. El pequeño local es uno de esos lugares en que el tiempo se ha atascado sin grandes conflictos, confiriendo a cada objeto el encanto de otra época. David Banks ha continuado con enorme cariño el negocio de sus padres y de sus abuelos, sin modificar gran cosa, sin cambiar prácticamente nada, consciente del tesoro del que es afortunado depositario. Allí puedes encontrar pan de diferentes tipos y un pequeño pero selecto surtido de exquisita bollería tradicional. Banks elabora con gran competencia un excelente pan artesano según la tradición familiar, aunque también suministra pan industrial -que adquiere a un gran distribuidor- para paladares menos exigentes y/o bolsillos más humildes. En la trastienda hay un pequeño y coqueto espacio muy años cincuenta, con cinco mesitas, un lugar ideal para dejar pasar sin prisas las tardes de invierno. Sirven unos scones deliciosos y preparan con exquisita delicadeza ese té que uno espera degustar cuando estás perdido en un pueblecito de la campiña inglesa y en las calles hace frío, mucho frío.
Ese día no había nadie en la tienda, aunque me llegaban algunas voces desde el Tea Room. Enseguida salió Bridget, la esposa de Banks, una treintañera pelirroja, pizpireta y muy simpática. Bridget sabe perfectamente que preparamos el pan en casa, así que se sorprendió cuando le confesé que venía precisamente a comprar pan. Le pregunté por David, hablamos del tiempo, de sus niños, de Eva, de Richard Curtis, de Almodóvar, de Queen… Cuando me di cuenta hacía pasado una hora de reloj y yo caminaba apresurado de vuelta a casa bajo la lluvia con tres panes estupendos y una bolsa repleta de aromáticos “Chelsea buns”.
Se dice que en los pueblos el tiempo transcurre de otra forma, con un ritmo más pausado. Que eso nos permite paladear la vida con otro pulso, otra cadencia, otro sentimiento. Entre nosotros: estoy harto de escuchar obviedades como las que acabo de escribir dos líneas más arriba, especialmente puestas en boca de amigos, conocidos y familiares que “disfrutan” de la vida en las grandes ciudades, sea Barcelona, Madrid o Londres. Insisto, estoy harto… aunque reconozco que tienen razón. Aquí se vive de otra forma. Para que os hagáis una idea, aquí vivimos tan bien que ni a Eva ni a mí se nos ocurriría comprar un pan embolsado, por muy bonito que sea el envoltorio –y los ingleses tienen mucha gracia para estas cosas- aunque certifique que es “Crusty bread”, “Artisan bread” o “Handmade”, o todo ello a la vez. Especialmente si cuando le echas un vistazo a la composición del supuesto pan te encuentras con estabilizantes, conservantes, emulsionantes y todo tipo de compuestos que comienzan con la letra E.
¿Que dónde quiero ir a parar? Pues muy sencillo. Es que una vez te has acostumbrado a hacer pan en el horno de tu cocina empiezas a ver –y a valorar- las cosas de forma distinta. Tan sencillo como que un buen día decides no conformarte con sucedáneos pudiendo disfrutar de lo auténtico. Y te aseguro que ese nuevo punto de vista terminas aplicándolo, en mayor o menor medida, en todos los órdenes de tu vida. Es un asunto muy serio. Estáis advertidos: cuidado con hacer pan en el horno de vuestra cocina. Una vez lo has probado ya no hay marcha atrás y eso puede cambiarte la vida.
La verdad es que estas líneas eran sólo una excusa para hablaros de la Banks Bakery, ese lugar encantador del que estamos enamorados. Ahora ya lo conocéis.
Que tengáis un buen día. Saludos desde Waterbridge.
¿Que dónde quiero ir a parar? Pues muy sencillo. Es que una vez te has acostumbrado a hacer pan en el horno de tu cocina empiezas a ver –y a valorar- las cosas de forma distinta. Tan sencillo como que un buen día decides no conformarte con sucedáneos pudiendo disfrutar de lo auténtico. Y te aseguro que ese nuevo punto de vista terminas aplicándolo, en mayor o menor medida, en todos los órdenes de tu vida. Es un asunto muy serio. Estáis advertidos: cuidado con hacer pan en el horno de vuestra cocina. Una vez lo has probado ya no hay marcha atrás y eso puede cambiarte la vida.
La verdad es que estas líneas eran sólo una excusa para hablaros de la Banks Bakery, ese lugar encantador del que estamos enamorados. Ahora ya lo conocéis.
Que tengáis un buen día. Saludos desde Waterbridge.
Plumcake de plátano, nueces y pastillas de chocolate. Glorioso. |
Que razón teneis. Cuando te has acostumbrado a preparar pan casero todas las semanas y tenerlo disponible, no pasas por la panadería ni a la de tres. Solo el sabor, el conocer que ingieres y el olor que deja en casa al hornearlo, te compensa el pequeño "esfuerzo" que supone.
ResponEliminaAunque cada vez que me describís una parte de Waterbridge, retrocedo en el tiempo, vuelvo como bien dices a las novelas de Jane Austen y no puedo evitar querer conocerlo a toda costa, incluida Banks Bakery.
Eso si, la proxima vez, añade por fi, alguna fotito de la plaza y del escaparate...., me he quedado con la ganas, y auqnue la magia está en la imaginación, no me importaría empezar a conocerlo por vuestra fotos.
Bss
Virginia "sweet and sour"
Hola, Virginia:
EliminaLamento contestarte con tanto retraso pero estos días vamos un poco atareados. El pan nos sale cada vez más aparente, aunque seguimos investigando... con buenos resultados.
Tienes razón en que la magia de la imaginación pone mucho de su parte para hacer realidad aquello que no vemos. Seguro que para ti Mr. Darcy es tan real como para nosotros lo es cualquiera de nuestros vecinos. Prometemos en próximos post ilustrar con imágenes aquellos lugares que forman ya parte de lo mejor de nuestras vidas.
Muchísimas gracias por tus palabras.
Saludos desde Waterbridge.
-Andy-
Un placer volver a leerte. Me ha encantado el guiño a Jane Austen. Un fuerte abrazo.
ResponEliminaHola: ¿Y qué sería de nosotros sin Jane Austen?. Tengo pendiente de ver la película que hicieron sobre sus años de jovencita. Gracias por leernos.
EliminaSaludos desde Waterbridge.
-Andy-
Que envidia me dais con esos parajes!!!!es que lo adoro!!! y cuanta razón con lo del pan, eso si, es que encima los bordáis!!!! Un petó!!!
ResponEliminaHola, Silvia: Bueno, tenemos mucha suerte, sí. Gracias como siempre por tus amables palabras.
ResponEliminaSaludos desde Waterbridge.
-Andy-